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¿En qué consiste la práctica?
Control del ritmo de lectura

¿Cuándo?
Durante la lectura

Tipo de estrategia
Monitoreo de la comprensión

¿Alguna vez te diste cuenta que la velocidad con la que leés un texto afecta tu comprensión de lo leído? El ritmo de lectura es uno de los elementos más sensibles y fáciles de controlar cuando enfrentás un texto. Seguro te ha pasado que leés más rápido aquello que te resulta fácil o enlentecés la lectura cuando algo es muy difícil, o incluso parás de leer. La dificultad de algunos textos requiere que controles conscientemente tu ritmo de lectura. Es decir, que leas lentamente pero con mucha atención aquellos pasajes difíciles para asegurarte que estás entendiendo. También puede suceder que el texto haga digresiones y que leas esos párrafos que no coinciden con tu foco de lectura de manera rápida, casi superficial. 

El lector experto adapta su ritmo al texto. Por regla general sólo lee rápido aquellos textos que son muy sencillos o cuando busca información concreta. La velocidad moderada la usa cuando el tema que está estudiando le resulta familiar y el texto no parece ser complejo. Sin embargo, los buenos lectores leen lento cuando el texto es muy complejo o cuando saben muy pocas cosas acerca del contenido. En cambio, cuando pierden el hilo  del tema o dejan de comprender, paran la lectura. Detenerse sirve para volver a leer, aclarar algún dato que se desconoce (por ejemplo, buscando una palabra en el diccionario) o buscar información extra que ayude a entender lo que se está planteando. Cuando el problema de comprensión ha sido detectado y solucionado, es bueno retomar la lectura desde el principio y comprobar si lo que se venía comprendiendo coincide con la nueva información, o si los datos nuevos permiten nuevas lecturas más profundas del texto. Todas estas son estrategias de monitoreo de la comprensión e implican que el lector sea capaz de darse cuenta que hay un problema y utilizar la relectura como estrategia para resolverlo.

Una práctica muy común al inicio de la universidad es leer sin parar, aún cuando el lector se da cuenta de que no está prestando atención a los contenidos. Si te pasa eso, te recomendamos parar la lectura y volver a leer desde el último punto en que recordás algo significativo. El control del ritmo de lectura puede parecer algo trivial, pero es en realidad muy útil. Si lográs tomar consciencia de la velocidad con la que leés los textos y vincularla con cómo los comprendés, vas a desarrollar una de las habilidades más necesarias para el lector universitario.