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Los textos que leemos organizan la información a partir de formatos preestablecidos, como los artículos científicos, o de formas menos estructuradas, como los capítulos de algunos libros. A veces, podés percibir a primera vista lo que te señalan como importante, por ejemplo, a partir de Títulos bien visibles o del uso de cursivas, para que sepas que están hablando de un concepto. Hay textos que tienen muchas imágenes (esquemas, cuadros, gráficos) que también te ayudan a visualizar el contenido. Sin embargo, otras veces, sólo ves párrafos y párrafos a través de innumerables páginas. La práctica de la lectura veloz es útil para los textos que presentan una organización visible, pero cuando no puedas reconocer los elementos estructurantes del texto es tu tarea crearlos. De esta forma, lograrás tu esquema visual de los contenidos del texto, que te ayudará a comprenderlo mejor. 

La lectura veloz permite tener una idea del sentido global de lo que se va a leer. Este primer contacto con los textos ayuda a conocer sus características: de qué tema tratan, cuán largos son y cómo están organizados. Sabiendo esto, el lector toma mejores decisiones sobre qué leer en función de lo que haya planificado estudiar y de cuánto tiempo debe dedicarle. Los elementos tipográficos destacados en el texto, como las negritas o las cursivas, enumeraciones, índices, títulos, recuadros, gráficos, etc.  señalan y destacan la información clave. 

Cuando en un primer contacto el texto no presente mucha ayuda el lector debe interactuar con él, por ejemplo, subrayando o circulando fragmentos o palabras relevantes. De esta manera, el lector genera sus propias marcas que son útiles para guiarse en sucesivas lecturas. Ejemplos de esta práctica son marcar con signos de exclamación aquellas partes que son relevantes o colocar signos de interrogación en las que generan dudas y a las que es preciso volver luego. Otra forma de marcar los textos, ya sea en papel o en pdf, es hacer comentarios en los márgenes para resumir sus ideas. El hábito de anotar los textos en una primera lectura ayuda a volver sobre ellos en una segunda instancia para poder hacer una síntesis de lo más destacado. 

Tener un panorama general sobre lo que estás estudiando es muy importante porque ayuda a calmar la ansiedad y a ordenar el tiempo para armar un plan de estudio. Subrayar, circular y anotar de distintas formas lo que leés es una de las mejores estrategias para entender de qué trata el texto. Sin embargo, no te olvides de que esto es un primer paso y que lo propio del saber universitario es problematizar y discutir el conocimiento, lo que requiere varias lecturas de un mismo texto o sobre un mismo tema.