En tanto ex estudiante y docente de la Universidad de la República (Udelar), Fernando Peláez ya tenía experiencia universitaria de distinta índole cuando fue convocado por Roberto Markarian, a fines de 2014, para ser prorrector de Enseñanza. En coincidencia con varias propuestas presentadas por el rector, Peláez planteó acciones para democratizar el acceso a la Udelar —como por ejemplo aumentar significativamente el número de becas, quitar cupos de ingreso, acompañar la permanencia de los estudiantes— y mejorar la calidad de la enseñanza de grado. El presupuesto asignado por el Poder Ejecutivo «nos ha dejado a todos helados», lamenta Peláez señalando que «no hay posibilidades para el crecimiento de ninguno de los programas centrales de la Comisión Sectorial de Enseñanza
Fernando Peláez es licenciado y magíster en Matemática. Desde 1998 es profesor titular del Departamento de Métodos Matemático-Cuantitativos de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Udelar; también ha ejercido la docencia en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), a nivel liceal y en formación docente (en 1984 fue titulado por concurso Profesor de Enseñanza Media en Matemática). Entre 2011 y 2014 fue coordinador de gestión del proyecto «Estímulo a la Cultura Científica y Tecnológica» desarrollado por la ANEP en convenio con el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba).
La música es una de las pasiones de Peláez y también ha investigado en ese rubro, en el que ha publicado varios libros: Rada. Biografía de Ruben Rada (2013); Rock que me hiciste mal. El rock en Uruguay desde los 60 hasta hoy (2006, en coautoría con Gabriel Peveroni); y los dos tomos De las cuevas al Solís. Cronología del Rock en Uruguay, uno dedicado a la década de 1960 (publicado en 2002 y reeditado en 2010) y otro a la década de 1970 (editado en 2004).
Por definición, la CSE es «un organismo central de cogobierno universitario que tiene a su cargo la coordinación, estímulo y desarrollo de la actividad de la enseñanza en la Udelar». Asesora al Consejo Directivo Central en materia de políticas relacionadas con el desarrollo de la enseñanza y financia proyectos que tiendan a ese objetivo. Su abanico es amplio: comprende al Programa de Respaldo al Aprendizaje (Progresa), el Programa de Entornos Virtuales de Aprendizaje (ProEVA), el Programa de Lectura y Escritura Académicas (LEA); la Maestría de Enseñanza Universitaria; el proyecto Flor de Ceibo (que es intersectorial) y la Comisión Académica de Grado. Del prorrector depende, además, la Comisión Sectorial de Educación Permanente.
¿Qué destaca del primer año de su gestión?
– En primer lugar quiero reconocer al prorrector anterior, Luis Calegari, quien al momento de la transición puso a disposición con su amabilidad habitual todo lo que yo considerara necesario. Mis primeros encuentros fueron con la coordinadora de la Unidad Académica de la Sectorial de Enseñanza y con los representantes de los órdenes y de las áreas en la CSE, y vi un compromiso académico e institucional muy importante que vale la pena mencionar. Lo mismo observé cuando entré en contacto con el resto de los integrantes de la unidad académica, de los demás programas de la CSE y con los funcionarios, que tienen una carga de trabajo realmente importante. En 2015 terminamos de concretar el ingreso de la CSE en el sistema de expediente electrónico de la Universidad. Tenemos una nueva página web, donde intentamos que la información esté presentada de manera más clara y agregamos algunos aspectos como la transparencia: por ejemplo, además de estar todas las resoluciones de la CSE vamos a incluir la proyección y la ejecución presupuestal de cada año. También se diseñaron los formularios electrónicos on line para la presentación a todos los proyectos concursables. En cuanto a las líneas concursables, en 2015 se llamó a los mismos proyectos que en otras ocasiones con algunas modificaciones. En particular me interesaba incluir en algunos explícitamente que se iban a favorecer cuestiones vinculadas con la preocupación por generar investigación o acciones vinculadas con didáctica específica de las disciplinas. Ahora estamos en la nueva etapa de llamados para 2016-2017 donde sí hemos tenido algunos cambios. Los proyectos nuevos se fueron discutiendo durante el año y responden al Plan Estratégico de la Udelar definido en 2015, que fue en paralelo con la solicitud presupuestal, especialmente con el proyecto transversal Nº 5 titulado «Acceso democrático a la enseñanza superior de calidad», que era el más involucrado con la enseñanza de grado.
¿Qué se espera a partir del presupuesto otorgado por la Ley de Presupuesto?
– El proyecto transversal Nº 5 fue el más desfavorecido. Hay solo una partida exclusiva para el rubro becas, que es un rubro razonable para 2016 porque el pedido realizado por la Universidad iba creciendo para llegar al porcentaje que le correspondería del 6% del Producto Bruto Interno para la educación y del 1% para investigación y desarrollo, planificado hacia el 2019. Lo que se asigna para becas es algo que nos va a permitir crecer y mejorar la situación en 2016, para el 2017 no tanto, pero para 2018 y 2019 hay una incertidumbre total y eso impide planificar.
¿En qué consiste la propuesta de democratizar el acceso?
– Tiene cuatro puntos claves: aumentar la cobertura de la Udelar, particularmente teniendo en cuenta consideraciones de equidad social y geográfica; intentar disminuir notoriamente el abandono, la desvinculación, la desafiliación; aumentar los egresos significativamente (no sólo comparados con la cantidad de ingresos); y mantener y mejorar permanentemente la calidad de los aprendizajes. Resulta fundamental no perder de vista que la inclusión y equidad educativas son indisociables con la calidad de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Desde la apertura democrática las distintas administraciones de la Udelar han llevado adelante líneas de acción y políticas que han permitido mejorar la situación de la masividad. Vale aclarar que masificación se llama al incremento bruto de la matrícula, eso es algo positivo, mientras que masividad es la escasez de recursos humanos o materiales que permitan atender adecuadamente ese aumento de la matrícula. La cantidad de egresos comparada con los ingresos ha aumentado, pero todavía es insuficiente. El acceso a la educación terciaria es considerado un derecho humano universal, no solo por su importancia como bien público, social, para el desarrollo integral de cada persona y de las comunidades, sino porque está demostrado que cuanto más jóvenes en edad de acceder a la educación terciaria puedan acceder y desarrollarse en esa educación, mejor le va a ir al país y particularmente a los más desposeídos. Es una apuesta en todo sentido por eso nos interesa continuar ampliando la cobertura.
De ahí la importancia de las becas, porque hay una gran cantidad de estudiantes que inmediatamente que ingresan a la Udelar tienen que comenzar a trabajar, muchas veces en tareas que no se corresponden con su vocación y mal remunerados. Estamos convencidos de que por lo menos en primer y segundo año la dedicación exclusiva sería muy valiosa y permitiría acortar la duración de las carreras de manera real. Las vulnerabilidades socioeconómicas, culturales, familiares son las que más inciden en un sector de los jóvenes que ingresa a la Universidad y se desafilia por un tiempo, termina abandonando o tiene una trayectoria muy extensa.
¿Se va a poder crear esas becas?
– La apuesta era llegar a 2019 duplicando la cantidad de becas. El Fondo de Solidaridad dio unas 7000 becas de dos BPC [Base de Prestaciones y Contribuciones] en 2015. Aspirábamos a un proyecto de fortalecimiento de becas de Bienestar Universitario que permitiera duplicar ese número al 2019. Bienestar da 200 becas económicas, además de 1400 de alimentación y las vinculadas con alojamiento y transporte; en el quinquenio pensábamos llevar las becas económicas o su equivalente de 200 a 7000, y pasar de 8% a 16% la cobertura de estudiantes becados dentro de la matrícula de la Universidad. A su vez, el aumento de la cantidad y la calidad de las prestaciones (pensábamos en un monto equivalente a un salario mínimo nacional), debe estar acompañado por programas de apoyo psicopedagógico, social y académico. Es dentro de esta concepción global que el rector Markarian consideró el fortalecimiento de la política de becas. Y también dentro del concepto de «Universidad país», para que, por ejemplo, los estudiantes tuvieran la oportunidad real de realizar sus estudios en las zonas donde les resultara más conveniente y no solamente con la tradicional migración hacia Montevideo.
¿Qué de eso podrá hacerse?
– Era imposible pasar de 200 a 7000 becas y desarrollar estos programas de apoyo de un año para otro. Esto estaba planificado para el quinquenio. Cuando supimos que no iba a haber un presupuesto para todo el quinquenio sino por dos años, la cosa quedó en stand by; vamos a comenzar este año con el crecimiento que estaba establecido, con los programas de apoyo y después se verá. Tengo un acuerdo con la coordinación del Progresa para concentrar y potenciar algunas de las acciones que ellos realizan, fundamentalmente en la parte de formación de tutorías entre pares. Estamos pensando en cuadruplicar la cantidad de estudiantes que se formen como tutores pares y tener alguno de esos cursos destinados específicamente a becarios de Bienestar. Y comenzar con acciones de apoyo académico.
¿Cómo afecta a los cuatro objetivos la falta de financiamiento esperado?
– Al principio [al ser designado] me encontré con una mala noticia: la CSE estaba prácticamente desfinanciada. En el último quinquenio el presupuesto de la CSE no tuvo ningún tipo de crecimiento, sí había crecido bastante antes. Había rubros que habían venido para la CSE pero eran para consolidarse en los servicios —creación de nuevas carreras, ciclos iniciales optativos, etcétera— o que están destinados a otras cosas como por ejemplo las carreras de tecnólogos en conjunto con la UTU.
En 2015 nos vimos en la necesidad de hacer un recorte importante, fundamentalmente en gastos no esenciales, también en la línea de publicaciones y en los proyectos concursables.
El porcentaje del presupuesto de la CSE destinado a proyectos concursables ha decrecido de un 60 % en 2010 a un 39 % en 2015. Yo propuse en la CSE que resulta imprescindible comenzar a revertir esta situación de aquí en adelante, resolución que fue apoyada por la comisión. Aún en aquellos casos en que hemos mantenido los montos, la pérdida de poder adquisitivo es notoria. Por ejemplo, para el proyecto concursable de Equipamiento [e infraestructura no edilicia destinados a la enseñanza de grado], la CSE está destinando hoy para todos los servicios la misma cantidad que disponía en 2008: ocho millones de pesos al año. El rubro gastos e inversiones es realmente preocupante para toda la Udelar. La exigua asignación presupuestal otorgada en ese sentido está muy lejos, no solo de contemplar las necesidades, sino también de paliar en parte el aumento de los costos. La falta de financiamiento afectará sin duda muchas de las líneas del plan estratégico, lo cual implicará definir prioridades.
¿Cómo viene la incorporación de nuevas tecnologías?
– Desde el punto de vista de políticas centrales se reconoce claramente una primera etapa que se ha consolidado con éxito. Se trata del desarrollo de los Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA). Hay que mantener la atención y el apoyo a aquellos servicios que todavía se encuentran atrasados y tienen prioridad para que el DATA-ProEVA [Departamento de Apoyo Técnico Académico] colabore y puedan tener rápidamente su EVA. El DATA ProEVA es un grupo pequeño de seis docentes y técnicos que además tiene a su cargo el EVA de unos cuantos servicios y está permanentemente investigando cuestiones que tienen que ver con el mejoramiento de esos sistemas y con la actualización de versiones. Además el DATA mantiene la sala multimedia, donde se están haciendo filmaciones de polimedias, y está desarrollando una estrategia de muy bajo costo de filmación de clases, prácticamente sin edición: el profesor puede llegar a su salón, poner rec, y automáticamente la clase se registra en un servidor y queda a disposición de los estudiantes. El año pasado se hicieron pruebas y ajustes, y este año se va a comenzar a desarrollar. Pero considero que estamos en un momento de dirigir las energías a una nueva etapa, que probablemente pueda tener como uno de sus objetivos principales la decidida incorporación de todo tipo de recursos audiovisuales y multimediales. Apostamos a que se utilicen las TIC [Tecnologías de la Información y Comunicación] de manera más interactiva, apoyando a los servicios con el proyecto concursable de Innovación Educativa. Y también establecer una mayor coordinación con la Facultad de Información y Comunicación.
¿Qué proyectos impulsará la CSE en 2016?
– Están abiertos los llamados para 2016 y 2017, todas las bases y formularios se encuentran en la web de la CSE. Se repiten algunos de los históricos, pero estamos llamando a uno nuevo que se denomina Apoyo académico-disciplinar a cursos de primer año de las carreras universitarias, donde se constatan mayores dificultades de aprendizaje, bajos niveles de aprobación, incidencia en la desvinculación o el rezago, entre otros elementos a tener en cuenta como la masividad. Se espera que se presenten ideas de apoyo, aunque sea para subgrupos de estudiantes de esas unidades curriculares.
Otro proyecto es Iniciativas de desarrollo pedagógico docente. Fue propuesto por la Red de Unidades de Apoyo a la Enseñanza, y ya se había desarrollado de manera similar hace más de una década. Esencialmente se convoca a la presentación de iniciativas para fortalecer la formación didáctico pedagógica del personal docente, particularmente de ayudantes y asistentes, aunque no exclusivamente. A nivel central podemos contribuir con esas iniciativas a partir de actividades del programa LEA, y en caso de que se necesite, en apoyo al manejo básico de la plataforma Moodle de los EVA, aunque también implementaremos un curso por año con contenidos más avanzados. El tercer proyecto nuevo tiene que ver con el apoyo a la realización de ajustes a los planes de estudio, de lo cual me gustaría hablar más adelante. Por otra parte, estamos trabajando junto a la Comisión Coordinadora del Interior (CCI) para unificar el planteo, y continuar con el diseño y proposición de pruebas diagnósticas de matemáticas, y en lectura-escritura en todo el país. Esto debe ir acompañado, y en realidad es lo más importante, con acciones de apoyo para aquellos estudiantes que resulten con menor desarrollo en sus competencias. En las acciones vinculadas con lectura y escritura, además del programa LEA y de equipos de la CCI, vamos a contar con el invalorable aporte del Instituto de Lingüística de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. También están planificados talleres y laboratorios destinados a docentes, distinguiendo las tres macro áreas, de manera que lo allí trabajado pueda después ser multiplicado con sus estudiantes. Va a ser en todo el país, al igual que la política de becas y todos los proyectos.
¿Qué se hace con los datos que surgen de las pruebas diagnósticas?
– Por impulso de la CCI hay equipos de expertos radicados en diferentes regiones del país que vienen trabajando en el procesamiento de los datos, así como también lo hace la Unidad de sistemas de información de la enseñanza de la CSE, que ya venía trabajando desde el prorrectorado anterior. Y están las pruebas específicas y procesamientos que realizan algunas facultades desde hace tiempo. En los primeros meses de este año se realizará un relevamiento a través de la red de UAE para unificar los datos acerca de este tipo de prácticas. Los resultados de las pruebas diagnósticas de CCI y CSE han servido para sugerir a los estudiantes su participación en talleres de lectura y escritura coordinados por LEA. Personalmente considero a estas pruebas como un elemento para después poder hacer sugerencias a los estudiantes: «si realmente hiciste la prueba con conciencia, te tomaste tu tiempo y trataste de utilizar todo lo que sabías y te fue así, hay unas acciones de apoyo que de repente te vendrían bien». O sugerirles ciertas trayectorias o cursos especiales.
Por otra parte, a nivel central se viene trabajando desde hace mucho tiempo en el desarrollo de un sistema de indicadores de la enseñanza. Hace unos tres años se creó la Comisión Sistemas de Indicadores de Enseñanza (Sien), integrada por representantes de la Dirección General de Planeamiento y de la CSE, que en 2015 se amplió con representantes de todos los servicios que quisieran participar. Y se logró un avance muy importante. Sobre fin de año se llegó a un documento consensuado donde se definió una gran cantidad de indicadores de enseñanza, sus características y objetivos. Esos indicadores van a ser fundamentales para ir evaluando permanentemente los aprendizajes, los proyectos, los programas, definir políticas futuras y reorientar las que estén en curso.
¿Qué problemas han detectado en los nuevos planes de estudio?
– La Ordenanza de Estudios de Grado aprobada en agosto de 2011 incorporó una serie de pautas y criterios comunes para la organización de los planes de estudio de las carreras de grado que incluyen, entre otras, la creditización, la flexibilidad curricular, mayores opciones para los estudiantes para elegir sus trayectorias educativas, e incorpora al currículo actividades que vinculan las funciones universitarias: investigación, extensión y enseñanza. Actualmente más del 90% de las carreras están ajustadas a la ordenanza. Por el tiempo transcurrido es razonable que aún no existan evaluaciones completas. Al menos yo no las conozco. Sin embargo algunos servicios ya han notado dificultades, tanto desde el punto de vista académico en la formación de los estudiantes, como en la implementación de los planes. Están apareciendo trayectorias que no se preveían y que podrían terminar dando lugar a egresados con una formación que no se condice con el perfil de egreso de esa carrera, o con dificultades para el ejercicio de esa profesión. Con respecto a la implementación, notamos que en muchos casos la información no está todavía accesible de manera fácil y completa, hay estudiantes que eligen optativas y electivas por acomodar horarios y no por sus intereses y vocaciones. Es necesario poner a disposición todos los elementos posibles para que el estudiante pueda ejercer realmente su libertad de elección. Por supuesto que también hay casos en que se ha implementado muy bien, con una orientación adecuada. Es un buen momento para empezar a evaluar y por eso hemos convocado el proyecto concursable de apoyo a ajustes de los planes de estudio, sin que eso implique un cambio de plan. Es un proceso natural tratándose de una ordenanza que apunta a la flexibilidad. En estos procesos a veces se va de un extremo a otro, o pasan cosas de las que nos advertía Carlos Vaz Ferreira, de que generás contradicciones donde no las hay, creás falsos dilemas. Por ejemplo, el desarrollo de competencias, destrezas, y habilidades (el «saber hacer»), no es contradictorio con la adecuada apropiación de conocimientos disciplinares, la formación en las metodologías, prácticas y técnicas específicas, y con la trasmisión intergeneracional de los capitales culturales y científicos. El equilibrio entre el fortalecimiento de la formación básica y la flexibilización curricular debe propender a la formación de egresados dotados de los conocimientos y competencias necesarios para cumplir adecuadamente con los requerimientos científicos, académicos y profesionales propios de cada carrera, y para responder con criterio ético a las necesidades de la sociedad. Sin dejar de lado la relevancia de la educación permanente y de los posgrados (otro gran tema), considero que los estudios de grado no deben considerarse como un mero tránsito hacia los posgrados, sino que deben tener una jerarquización en sií mismos. A mitad de año se cumplen cinco años de la aprobación de la ordenanza y sería muy interesante realizar un amplio seminario de reflexión sobre la formación de grado en la universidad, para intercambiar opiniones —escucharnos entre nosotros y traer invitados del exterior—, para ver qué estamos «enseñando», cómo lo estamos «enseñando», y para qué lo estamos «enseñando». Lo de «enseñando» va con muchas comillas, claro.
¿Qué va a pasar con los cupos?
– La eliminación de cupos en algunas carreras que los mantienen es una de las propuestas de la FEUU y era otro de los puntos incluidos en el proyecto transversal nº 5. Salvo en algunos casos particulares, no hay recursos nuevos para poder resolver el asunto a la brevedad. Eso ha quedado, por ahora, pendiente, pero hay que continuar trabajando para avanzar en esa dirección. El libre acceso es uno de los pilares de la Udelar, junto con la autonomía y el cogobierno. Hay que seguir avanzando en acciones que colaboren a los efectos de disminuir la deserción, el estancamiento y que después podamos evaluar permanentemente. Me interesa mucho evaluar los proyectos y programas que impulsemos; hay que hacer una evaluación de procesos, de resultados y de impacto. Y si el impacto no es el esperado, tendremos que cambiar o reorientar las políticas.
¿Cómo está siendo la coordinación con ANEP?
– Hemos tenido un muy buen contacto con los nuevos integrantes del Consejo de Formación en Educación, que propusieron la creación de un grupo de trabajo con la Universidad y con quienes nos hemos reunido durante 2015 en un clima muy bueno. Estuvimos considerando cuestiones de movilidad estudiantil, de fluidez en el reconocimiento de trayectorias de un lado para el otro y de movilidad de docentes. Vamos a hacer convenios con el formato de «unidades asociadas» de manera que un equipo de docentes o de investigadores puedan ir de un lado al otro, que puedan dar clases o participar de un grupo de investigación. Hay algunos avances en eso, hay algunos convenios que están próximos a salir y que son puntuales, pero creo que son un primer paso de apertura. El relacionamiento con otras autoridades de la ANEP y sus consejos desconcentrados también es promisoria. Están los posgrados conjuntos y las carreras de tecnólogos conjuntas con UTU, estas últimas en un proceso de transición para ser trasladadas a la Universidad Tecnológica. Quedan todavía los grandes temas, como la formación de docentes de todo el país y avanzar realmente hacia un Sistema Nacional de Educación Pública.
El tránsito entre la educación media superior y la terciaria es un tema fundamental que está vinculado a la democratización del ingreso. Más allá de lo que podamos trabajar a nivel de autoridades, creo que hay que hacer un encuentro entre docentes, la gente que está en la cancha, y sería muy bueno que puedan participar estudiantes universitarios y de educación media superior. Para conocernos, para que cada uno vea la realidad en la que está, cómo enfocan los cursos, qué estrategias plantean, qué materiales se manejan, qué temas se trabajan, cuáles son las mayores dificultades o complejidades. Aunque parezca mentira hay muchas cosas que no se conocen, de un lado y del otro. Necesitamos acercarnos mucho más, porque si no el salto va a seguir existiendo cada vez más. Tenemos que tratar de ver si se puede llegar a una propuesta en conjunto de manera de mejorar ese tránsito. Va por el lado de la gente que está en las aulas. Así como coordinan los profesores de 5º y de 6º de bachillerato y coordinan los profesores de 1º y 2º de facultad, tiene que haber una coordinación y un trabajo en conjunto de los docentes de educación media superior con los de la universidad.