¿Bien público o mercancía? Se denominó uno de los paneles desarrollados durante la Jornada de Reflexión sobre tendencias en la Educación Superior que tuvo lugar el 24 de octubre en el Paraninfo de la Universidad de la República. Actividad organizada por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) y el Pro-Rectorado de Enseñanza.
Allí hicieron uso de la palabra el doctor en Sociología francés, Chirstian Laval; el licenciado en Filosofía brasileño, Valdemar Sguissardi; y el Master en Ciencia Política, Jorge Landinelli.
Los tres profesionales reflexionaron sobre la transformación del conocimiento y la educación superior. Laval, por ejemplo, centró su ponencia en el avance del neoliberalismo. Al respecto comenzó señalando que se están registrando cambios en el campo de la enseñanza y en el de la producción de conocimiento, es decir la investigación. Asoció esas transformaciones a una «racionalidad neoliberal dominante» latente desde la década de los 80 en la sociedad en general y en el Estado.
En su opinión los conocimientos han ido adquiriendo una «forma abstracta» que tiende a ser «comercial». Mientras que las instituciones de enseñanza e investigación han incorporado características de «empresas». Esto no quiere decir que «todo conocimiento sea un verdadero producto mercantil o que toda escuela o instituto se constituya en universidades privadas para obtener beneficios, sino que las categorías en las cuales pensamos en la producción y difusión del conocimiento tienen que ver con la valorización económica de la actividad de enseñanza e investigación», detalló Laval.
Uno de los principales cambios que señaló en materia de enseñanza está centrado en la dominación de la «lógica de las habilidades» pues «se debe producir individuos que tengan habilidades notables que se puedan vender en el mercado y puedan ser evaluadas».
En tanto, en relación a la investigación, dijo que prevalece «la lógica de la innovación». Ésta conlleva que los nuevos conocimientos producidos sólo tienen valor «si son eficaces en la competición que llevan a cabo las empresas en los mercados nacionales e internacionales».
La mercantilización del conocimiento que Laval plantea ha generado, entre otras cosas, un «modelo de ciencia encerrada» donde cada vez son más las patentes, las marcas, los derechos de propiedad intelectual y las sanciones para respetar esos derechos.
Asimismo, da lugar a «la fuerza del más fuerte». «No tenemos que asombrarnos que estas transformaciones impliquen en todos los campos desigualdades crecientes». A modo de ejemplo, mencionó diferencias entre quienes pueden pagar universidades de lujo y los que no o desigualdades entre las universidades del Norte y las del Sur.
Para cerrar su exposición con una dosis de optimismo sostuvo que en la investigación «la resistencia está en todos los que defienden una ética de la ciencia y los que se resisten al nuevo modelo de un pseudo conocimiento, que no es más que imposición de una dominación».
Con fines de lucro
Por su parte, Valdemar Sguissardi, profesor titular de la Universidad Federal de San Carlos de Brasil, también habló del capitalismo y de la mercantilización de la educación superior basándose en la realidad que él más conoce: la brasileña.
Consideró que en el país norteño en este nivel educativo existe un «elitismo todavía no superado», aunque la participación se incrementó. A comienzos de la dictadura, en 1964, ni siquiera 1% de la población entre 18 y 24 años asistía a educación superior. Mientras que hoy la concurrencia está en un 18%.
La privatización educativa es lo que impulsa ese elitismo. El proceso de privatización se inició en el período dictatorial y se solidificó en 1997 cuando fueron sancionados dos decretos que «reconocían el derecho del servicio educativo como una mercancía», indicó. Pasándose a discriminar dentro de las instituciones privadas las que tienen fines de lucro y las que no.
Para ilustrar la mercantilización de la educación superior y la tendencia hacia la privatización brindó algunas cifras disponibles del ministerio educativo de Brasil y de los censos de universitarios. En 1964 el 61,6% de los estudiantes universitarios se formaba en el ámbito público y 38,4% en el privado. En 1994 el porcentaje varió a 41,6% en el ámbito público y 58,4% en el privado. En 1999, dos años después de firmados los decretos que incentivaron la discriminación entre instituciones privadas con fines de lucro y sin fines de lucro, los datos registrados fueron los siguientes: 35,1% de los estudiantes de educación superior se formaba en el ámbito público, mientras que 37,4% lo hacía en privados sin fines de lucro y 27,5% en los que sí reconocían tener fines de lucro. Once años después, en 2010, 26,8% concurría a instituciones públicas, 11% a privadas sin fines lucro y 62,2% a privadas con fines de lucro. Hacia 2014 la información no detalla las características de las instituciones privadas, únicamente plantea que 74,9% estudia en ese ámbito y 25,1% en el público.
Entre vecinos
Para el ex decano de Facultad de Ciencias Sociales de la Udelar, Jorge Landinelli, las entidades de educación superior enfrentan «serias dificultades» porque sufrió modificaciones la estructura inicial de la universidad gestada a fines del siglo XIX en toda América Latina.
Asimismo, existen diversos factores que hacen que la Universidad esté en crisis: el crecimiento en la matrícula, la expansión constante, la incorporación de diversas orientaciones académicas y la tendencia hacia la descentralización. Ya que en América Latina se pasó de 280.000 estudiantes en 1955 a 6.000.000 en 2010, y actualmente se debe estar en el entorno de 8.000.000. El número de universidades aumentó de 75 legalmente reconocidas en 1955 a más de 5000 en la actualidad.
El crecimiento también se ve a través del número de docentes puesto que se pasó de 20.000 en 2003 a superar el millón en el presente.
Para Landinelli lo que se pide a la Universidad «va mucho más allá» de lo que se pedía inicialmente. «Se le plantea ser un elemento clave para solucionar elementos claves de la nación».
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